Un día cualquiera un grupo de amigos, me hablaban de los
beneficios de la "hierba". Que es buena, que es mejor que el alcohol,
que sirve para múltiples males. Ante la lluvia de buenas referencias, yo tome
la decisión de fumarme un porro.
Acontecía el Miche Rock
Festival, previamente con mis amigos acordamos la experiencia para mí, después
de escuchar unas cuantas bandas locales, nos hicimos a la parte de atrás del
concierto para no molestar a nadie.
Conocidos y amigos nos sentamos
en el piso de las afueras de la catedral de Barranquilla, allí hicimos un
rondo, mientras sacaban la hierba decían que era creepy, yo no entendí a que se
referían, solo atinaron a decirme que era más fuerte y encendieron el leño.
El bareto lo iban pasando en el
rondo, cuando llegó mi turno atine a darle un par de caladas sin mayor novedad,
y así varias fumadas más hasta que la candela y el humo desaparecieron aquel
cigarro de mi primera experiencia cannabica.
Pasaron unos cuantos minutos
antes de sentir una especie de calor que surgía de mi estómago, era una
sensación extraña pero no desagradable, luego surgió un torrente de alegría,
era una felicidad sacada de mi interior, los músculos de mi cara solo atinaban
a sonreír, era un momento de total complacencia.
Seguido a mi entusiasmo mi
visión parecía estar en "Slow motion" o cámara lenta, todos mis
sentidos parecían agudizarse, escuchaba hablar personas que estaban lejos de mí,
incluso hacia un completo análisis mental de todo lo que me rodeaba, mis
pensamientos eran certeros y brotaban con fluidez, a lo que Rene Descartes
proponía con su famosa frase "Primero pienso, luego existo".
Por momentos me sentía que
estaba flotando y era una sensación parecida al volar, al estar en los aires
haciéndole oposición a la gravedad que nos mantiene con los pies pegados a la
tierra.
Después que los efectos
mermaron un poco mi amigo consiguió más de aquel porro que me tenía en un
estado de vuelo y felicidad, la verdad ya estaba bastante "high" o
enviajado como para consumir más ganja, pero ante la experiencia y la sensación
seguí consumiendo.
Después que terminé de fumar el
otro porro, mi viaje, traba, colocada o como le quieran decir. Siguió, pero se
empezó a convertir en algo diferente, sentía que mis amigos y yo nos íbamos a
perder en el festival, me aferraba a la reja de la catedral como si alguien me
estuviera jalando, entré en una paranoia irracional que duro poco, hasta que
pude entrar en razón, al pasar unas horas el efecto se retiró totalmente y pude
llegar a mi casa sin problemas.
Ese efecto cannabico se puede
decir que es como estar borracho, pero mejor, visionas muchas cosas, tus
pensamientos son nítidos y no quieres problemas con nada ni nadie. Si alguien
va consumir marihuana y es una persona con ideas claras sobre la vida, no dudo
en indicarle que es una de esas experiencias que uno debe hacer alguna vez en
la vida. Pero eso si hay que hacerlo con responsabilidad.
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